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Duki conquista Madrid

Con su doblete en el WiZink Center, el argentino se confirma como la voz indiscutible de un movimiento cultural y musical.

Con su doblete en el WiZink Center del pasado fin de semana, Duki se confirma como la voz indiscutible de un movimiento cultural y musical. La tercera fase del desarrollo del género urbano en español que nació en Puerto Rico y Dominicana, se desarrolló como el nuevo pop a nivel mundial en Colombia, concretamente en Medellín; y vive su periodo de madurez a lomos de las Bizarrap Sessions mientras habla con la voz del protagonista del fin de semana en Madrid.

Duki se ha convertido en la sensación más importante de este nuevo movimiento. Después de haber dejado por el camino, por diversos motivos, al resto de intérpretes argentinos de su generación, a excepción de Nicki Nicole, y después de haber vendido también las entradas para cinco estadios de fútbol de Vélez, a razón de 50.000 personas por estadio (Bad Bunny llenó dos), Duki se presentó en Madrid ante un público absolutamente transversal. El triunfo de la gente normal que sigue como loca a un tipo excepcional que antes de los 27 años se ha convertido en la cara musical de un país, que, antes de su aparición, no había dado un solo artista memorable en el género urbano, y que después de él es el centro de la música urbana en castellano en todo el mundo.

Los niños, adolescentes, y no tan jóvenes, se agolpaban a lo largo y ancho de la pista del WiZink, y hasta la última fila de la grada, con la cara pintada replicando los tatuajes del cantante argentino. Duki, por su parte, se subía a un escenario que compartió con invitados excepcionales como Dano o Quevedo, y con una banda de rock que resultó la sorpresa más destacable de la noche.

La tendencia de los artistas de hip hop y urban de salir con banda al escenario para revalorizar su show, es una de las consecuencias de la popularización de su sonido y la necesidad de hacerlo encajar en los estándares de una industria musical del directo cuyos formatos, recintos y actores vienen de una hegemonía de cincuenta años de la música de guitarras. En el caso de Duki, fue lo menos bonito de un show icónico. Vale que Argentina es un país de rock, pero no creo que lo sea hasta el punto de modificar todo un repertorio para hacerlo sonar como en un concierto de rock puro, ante un público que en su mayoría no ha escuchado una canción de Led Zep en su vida. Las versiones de algunas de las canciones estaban logradas a la perfección -pienso en ‘Si Quieren Frontear’ o ‘She Don’t Give a Fo’ o ‘Goteo’- pero en otras, sobre todo las más bailables y pertenecientes a sus ‘Temporadas de Reggaeton’, la mezcla era complicada de asimilar a la velocidad y con la espontaneidad que requiere un concierto.

Sin embargo, la brillantez de las canciones de Duki, así como una alucinante puesta en escena con algunos de los mejores juegos visuales y de luces que he visto en mi vida y que sí que reflejaban perfectamente el espíritu detrás de la obra del de Buenos Aires, elevaron el nivel hasta tal punto que este back to back en un WiZink lleno hasta la bandera, no solo supone el éxito comercial del artista, sino su consolidación como la voz de su generación artística. La entidad de Duki como frontman y una habilidad (y un estilo) para frasear que yo no he visto en muchos cantantes de habla hispana, funcionan más que de sobra para consagrarlo como la gran estrella del momento en lo suyo.

Y cuando hablo de lo suyo pienso en un gran sistema planetario, como en el que vivimos nosotros, con cuerpos celestes orbitando alrededor de una estrella, girando sobre sí mismos buscando la luz que ellos mismos no pueden generar. En la nueva escena urbana en español, en la escena argentina y este fin de semana en el WiZink Center, esa estrella era Duki coronado como Rey Sol. El sol que luce en la bandera argentina. Duki es una estrella como la tercera que brilla en la camiseta albiceleste desde el mundial del pasado diciembre. Una de esas, que como los mundiales, tardan décadas que aparecer, y que hay que disfrutar porque no sabemos cuando volverán a repetirse.

Fuente: Mondo Sonoro

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