Habló sin tapujos sobre darse “pipetazos” con las amigas, sus abortos e incluso sobre la prostitución. Recordamos cómo la folclórica habría sonrojado hoy a los que presumen de vivir sin filtros
“No canta ni baila, pero no se la pierdan”. Con estas palabras (aunque por supuesto el título del artículo ya te ha dado alguna pista que otra) es imposible que no sepas de quién vamos a hablar. Esta icónica frase, tan poco apta para un perfil de LinkedIn, pero tan atractiva como herramienta de marketing, fue la que ‘The New York Times’ escribió en 1979 antes de su actuación en el Madison Square Garden. Lo sentimos mucho por los neoyorquinos que tuvieron la suerte de disfrutar del show, porque es posible que jamás descubrieran el que era uno de los puntos fuertes de Lola: sus incendiarias declaraciones, esas que resultaban impensables en la actualidad, en la que la corrección política se encarga de limar la naturalidad y la libertad de las declaraciones de los famosos.
El triunfo de una naturalidad ajena a élites culturales
“Ella era calle, y aunque estaba completamente alejada del academicismo, tenía un discurso súper interesante y adelantado para la época, como también lo era el de algunas de las folclóricas coetáneas, como Rocío Jurado. Sin embargo, Lola era más barrio, y eso hace que haya traspasado y trascendido. Su discurso conecta con todo el mundo, y siempre supo transmitir su forma de ver la vida. Más allá de su parte artística, Lola Flores ha trascendido por su forma de hablar y de entender la vida, algo casi más importante que su figura sobre el escenario, donde era todo temperamento y embrujo. Sus entrevistas son casi más importantes que sus actuaciones”, explica Juan Sánchez, creador del proyecto artístico Orojondo.
“La magna Lola, un fenómeno que admite todos los comentarios y todos los estudios, un mito proclive al exceso, abierto al estallido del genio o a las manifestaciones más increíbles del mal gusto asumido como estética”, escribía en ‘Suspiros de España’ Terenci Moix sobre la artista. Resulta molesto el que muchos medios de la época no señalan una realidad: que Lola Flores no solo tenía salero, descaro y arte, sino una inmensa inteligencia que tantos disfrazaban de feria por encontrarse fuera de la élite cultural. Si hubieran cambiado el “¡Qué arte!” por “¡Qué cabeza!”, todo habría sido diferente.
Flores con espinas, pero sin filtros
Ella era una mujer adelantada a su tiempo que habló sin tapujos de todos los temas que hoy siguen despertando polémicas. ¿Le habría importado a la folclórica meter la pata, ofender o que sus palabras se viralizaran? Sabemos que no. “Me quité un par de embarazos, y lo hice a conciencia porque no quería parir hijos sin casarme por la iglesia y ofrecerle un hogar a mi familia. Hasta para eso tuve cabeza. No quise ir dejando hijos de uno y de otro, frívolamente”, le dijo sin titubear a Carmen Rigalt.
Movistar+ lanza una miniserie con la que rescatar a la leyenda, que desde los años 90 no contaba con una obra audiovisual que recogiera sus andanzas. En la serie documental de Antena 3 ‘El coraje de vivir‘, reconocía haber ejercido la prostitución para ayudar a su familia. En una de sus autobiografías explicaba que cuando el adinerado anticuario Adolfo Arenzana apareció en su vida, a cambio de 10.000 duros, “se dejó querer”. Tiempo después las cadenas de televisión se dieron cuenta del poder que confería sacar a la luz los secretos de los animales televisivos que intentaban alcanzar la fama escondiendo sus miserias, como quedó claro con las primeras ediciones de ‘Gran Hermano’, cuya inmensa audiencia se veía incrementada al descubrir los medios el pasado vinculado con la prostitución de algunas concursantes. Lola nunca dejó que fueran otros los que airearan sus secretos: ella se encargaba de hacerlo solita con mucho arte, de acuerdo, pero ante todo, con la cabeza bien alta.
Libertad sexual y ecos Kardashian
Hoy, las relaciones lésbicas y la bisexualidad comienzan a aflorar por fin en las entrevistas de las celebridades con naturalidad, pero sin duda, fue Lola Flores la que sin pretenderlo, les allanó el camino cuando en una entrevista, preguntó: “¿Quién no se ha dado ‘el pipazo’ con una amiga? “
Las nuevas generaciones recordarán el icónico momento de ‘Keeping up with the Kardashians’ en el que Kim Kardashian pierde un pendiente y consiguientemente, la cabeza (hasta el punto que Kourtney le tiene que recordar que “hay gente muriéndose en el mundo”), pero mucho antes, Lola Flores ya protagonizó un incidente parecido que quizás tuvo menos audiencia, pero contó con mucha más gente involucrada. En pleno directo, Flores perdió uno de sus pendientes, y por supuesto no hizo como las divas de la actualidad hacen cuando sus melenas quedan atrapadas en ventiladores (querida Beyoncé: lo decimos por ti) o cuando terminan en el suelo por culpa de una capa (Hello, Madonna!), sino que detuvo el show para encontrarlo. El público le ayudaba a encontrar su preciada joya mientras ella les comunicaba “ustedes me lo vais a devolver”. Finalmente, el pendiente apareció, y un nuevo capítulo de la cultura pop española fue entonces escrito por la artista. “Muchas gracias, pero el pendiente no lo quiero perder”, dijo. Y no lo hizo.
“Lola Flores es un icono y es una diosa de mi religión, que es el “lolafolclorismo”. Su poesía y su temperamento representaban la imagen de la España cañí, que se construyó con clichés, pero también con la parte más real. Ella siempre tuvo esa mezcla de fantasía y verdad que la hace un mito”, comenta Juan Sánchez, creador de Orojondo. Está en lo cierto. Lo sentimos por Miley Cyrus e incluso por Madonna, pero el verdadero icono pop del mundo (o al menos, el que en realidad necesitamos) no es otro que Lola Flores.
Fuente: Elle