En treinta y seis años, el donostiarra Mikel Erentxun no se ha permitido ni un descanso.
Los números abruman: quince discos en solitario y nueve con su vieja banda, centenares de conciertos, miles de entrevistas, colaboraciones, premios, todos los escalones del éxito, curiosidad, experimentación, incontables mutaciones y cambios de estilo… Mikel Erentxun es un trabajador incansable que, por primera vez en su carrera, se permite echar la vista atrás y volver a grabar veinte canciones de su gigantesco repertorio rodeado de veinticuatro compañeros de profesión: de Andrés Calamaro a Amaia, de Enrique Bunbury a Ángel Stanich, de Iván Ferreiro a Anni B Sweet, de Eva Amaral a Xoel López y de Diego Vasallo a Santi Balmes, por citar solo algunos. Está demostrado: el mundo de la música ama a Erentxun con la misma intensidad con la que Erentxun ama la música.
En 2020 cumplió sus primeros treinta y cinco años de carrera y ahora lo celebra con un disco doble y un montón de invitados. “A comienzos del año pasado yo estaba en mitad de la gira de ‘El último vuelo del hombre bala’. Teníamos por delante el tramo americano, los festivales de verano… Venían cosas muy apetecibles. Y me di cuenta de que ese año 2020 era un año curioso porque se cumplía el trigésimo quinto aniversario del ‘Por tierras escocesas’, el primer disco de Duncan Dhu. Me pareció que era una efeméride bonita para celebrar”, cuenta.
“Se me ocurrió hacer un pequeño paréntesis en la gira del Hombre bala y preparar un concierto con algunos invitados, con la posibilidad o no de grabarlo, eso estaba en el aire todavía, pero sí hacer un evento que repasase estos treinta y cinco años, mezclando sin ningún pudor el repertorio de Duncan Dhu con el mío, hacer una cosa simpática, anecdótica y conmemorativa, para luego seguir con lo mío. Lo comenté y a todo el mundo le pareció bien. Pero claro, nos cayó la bomba del Covid y se fue todo al traste: la gira del Hombre bala, la celebración del Por tierras escocesas… todo”, continúa Mikel.
“Ese proyecto, en vez de suspenderse, mutó hacia algo más ambicioso, empezó a coger mayor peso específico. Ni siquiera habíamos puesto ciudad ni fecha para el posible concierto, era solo una idea, pero, como era imposible hacer nada en directo, empezamos a darle otra forma”, revela el músico sobre esta especie de unplugged.
“La idea era grabarlo en abril o mayo, todavía estábamos confinados. Entonces la cosa siguió mutando, eliminamos la idea de meter el público, que iba a ser simbólico, pero tampoco se podía por las restricciones sanitarias. Retrasamos el proyecto a septiembre, pensando que ahí estaríamos ya mejor, pero cuando llegó septiembre todo seguía muy parecido, no se podía meter más de seis personas en un mismo espacio, en nuestro caso en la sala de grabación. La banda ya éramos seis, con lo cual ya no podíamos grabar en directo con los invitados, que era la idea original”, finalizó.
Fuente: Mondo Sonoro